Existen varias teorías sobre
la formación del petróleo. Sin embargo, la más aceptada es la teoría orgánica
que supone que se originó por la descomposición de los restos de animales y
algas microscópicas acumuladas en el fondo de las lagunas y en el curso inferior
de los ríos.
Esta materia orgánica se cubrió
paulatinamente con capas cada vez más gruesas de sedimentos, al abrigo de las
cuales, en determinadas condiciones de presión, temperatura y tiempo, se
transformó lentamente en hidrocarburos (compuestos formados de carbón e
hidrógeno), con pequeñas cantidades de azufre, oxígeno, nitrógeno, y trazas de
metales como fierro, cromo, níquel y vanadio, cuya mezcla constituye el
petróleo crudo.
Estas conclusiones se fundamentan
en la localización de los mantos petroleros, ya que todos se encuentran en
terrenos sedimentarios. Además los compuestos que forman los elementos antes
mencionados son característicos de los organismos vivientes.
Ahora bien, existen personas que
no aceptan esta teoría. Su principal argumento estriba en el hecho inexplicable
de que si es cierto que existen más de 30 000 campos petroleros en el mundo
entero, hasta ahora sólo 33 de ellos constituyen grandes yacimientos. De esos
grandes yacimientos 25 se encuentran en el Medio Oriente y contienen más del
60% de las reservas probadas de nuestro planeta.
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